“LA CUADRILLA M”, UNA NUEVA OPORTUNIDAD
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La labor agrícola es la fuente de ingresos de cientos de
pobladores del distrito de Sachaca y Tiabaya. A diario Hombres y mujeres
se citan en el mercado “San Martin de
Porres” (Tiabaya) para ofrecer sus servicios a los agricultores empresarios. Por
topo de cosecha de ajo o cebolla, requieren 20 mujeres y 5 varones, quienes
realizan la labor de estibador.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística
informática INEI, De la población de 15 a 29 años de edad, el 17.6% no estudian
ni trabajan, por lo cual se encuentran en una situación de mayor
vulnerabilidad. Los más afectados representan la zona rural quienes son
sometidas a situaciones de riesgo, tales como la desnutrición, falta de acceso
a servicios médicos y abandono escolar.
Los datos citados convalidan la información que nos cita Verónica Cari
Tumi (45) , quien testifica: “ La mayoría de los que venimos al mercado y
ofrecemos nuestro servicio, no concluimos
una carrera profesional y solo llegamos a nivel primario, es por ello
nos valemos de la agricultura y armamos nuestra cuadrilla”.
La experiencia es un requisito primordial que te piden
para realizar la cosecha de ajos y cebolla en época de verano. Las
precipitaciones de lluvia impulsan a que los dueños de las cosechas solo
requieran gente con experiencia.
Carmen Benavente (23) , es madre soltera de 2 hijos y sostiene que la mayor parte de
ingresos lo obtiene a través de la labor agrícola, sin embargo, esto no permite
que pueda recoger a sus hijos de la guardería, puesto que sale de trabajar a
las 17:00 y llegar a casa le toma media hora mas..
SE FORMA UNA FUENTE
DE APOYO PARA MUJERES
La cuadrilla M”, como la llama Paulina Quispe, “es un sostén para mujeres
necesitadas, donde el requisito principal es el deseo de trabajar y superarse
como madres y cabeza de hogar”. Se fundó a inicios del 2017 cuando emprendía
una cosecha de ajo en la zona baja del pueblo de Tío Chico en el distrito de Sachaca. El trabajo que
emprenden las mujeres consiste en corear, cortar y empacar las mallas o sacos
de ajo.
Una alteración a una regla laboral
Según la legislación laboral que es fiscalizada por el
Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), en el Perú, la jornada máxima de trabajo es ocho horas diarias o 48 horas semanales. Sin
embargo se puede establecer por ley, por convenio o decisión unilateral del
empleador una jornada menor a la máxima legal.
Con la regla en pie, se da iniciativa a la fundación
de “La cuadrilla M” , que está compuesta por 20 mujeres que usualmente son madres solteras y trabajan solo 7 horas diarias , es decir,
ingresan a trabajar a las 8 horas, tienen un horario de almuerzo a las 12:00 y
terminan su labor a las 15:00 horas.
Sobre el nombre: “Muchos dicen que representa la letra
inicial de mi segundo nombre (Matilde) , otros porque significa la palabra
mujer , en realidad nunca tuvo nombre oficial (risas) Mi deseo siempre fue
cosechar y a este se suma el deseo de
apoyar a mujeres con necesidad, pasé por lo mismo y es momento de ayudar” manifestó
Paulina.
Por su parte Cecilia Huahua Condori (30), manifiesta estar contenta con este
pequeño proyecto que labora Quispe Mamani. “Cuando me entere que podría
trabajar y también recoger y atender a mi hija pequeña, me contacte con ella”,
añadió.
Las mujeres que trabajan con Paulina, oscilan de 19 a 35
años, algunas culminaron la secundaria, pero fueron madres a edad temprana. Es
necesario recalcar que el trabajo de estibador lo realizan hombres. Para pertenecer a la cuadrilla M, no hay requisito
alguno, pero claro está que se dará preferencia de selección a mujeres y madres jóvenes.
“Estoy feliz porque
mi madre se ha superado como persona, soy testigo de la necesidad y el
deseo de emprender que siempre tuvo, a pesar que pasaron más de veinte años
para que emprenda su vida como empresaria, me da gusto de que realice lo que
más le gusta y apoye a las mujeres del pueblo” manifestó entre lágrimas Nelly
Turpo Quispe (25) estudiante de medicina en la UCSP. Actualmente está en la cosecha de 6 000 kilos
de ajo, que equivale a media hectárea de terreno. A pesar de que el precio que
este insumo no es compensable, pues vale S/. 1.50 por kilogramo, Paulina no
baja la guarda, pues planea exportarlo a Brasil.
Para Paulina “Cosechar ajo y cebolla es ponerse de acuerdo con el clima, no
siempre ganaras, la lluvia es un factor que apoya y a la vez se impone contra
la cosecha. Mis trabajadoras son un gran apoyo”, añadió. A la fecha trabaja con
20 mujeres y 5 varones en el terreno que
posee. Planea a futuro crear una empresa de ajo pelado para exportación y
dirigir una fundación de ayuda humanitaria especializada en ancianos.